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Quiero empezar felicitándoles y felicitándome por esta ocasión en la que por primera vez se reúne el Consejo OTAN-Rusia, y quiero también agradecer al Primer Ministro Berlusconi su hospitalidad e iniciativa de acoger esta reunión.

Rusia se incorpora hoy a la comunidad transatlántica. Se cierra así un paréntesis de la historia europea. Cuando me refiero a la comunidad transatlántica no estoy haciendo mención únicamente a ese inmenso espacio que se extiende de Anchorage a Vladivostok, sino muy especialmente a esa profunda identidad en los valores mas básicos de nuestras sociedades, que constituyen el cimiento mismo de esta Cumbre.

Hoy son los valores, por encima de supuestos equilibrios geoestratégicos, los mas decisivos a la hora de forjar alianzas y de generar prosperidad. Algo nuevo e inmenso y que sin embargo nos estamos acostumbrando a considerar ya como habitual. Por ello, la comunidad atlántica se abre a la participación de quien este dispuesto a colaborar a la construcción del paz.

En este sentido, quisiera mostrar mi aprecio a la noble y esforzada tarea que, mi amigo, Vladimir Putin, ha realizado y realiza para situar a Rusia, de forma definitiva, en el lugar que Ie corresponde a una de las naciones que mas han contribuido a enaltecer el destino del ser humano.

Superadas las tentaciones totalitarias, la historia nos lega dos lecciones claras: la necesidad de firmeza en la defensa de unos valores que no se defienden por sí solos y la transcendencia del vinculo transatlántico para el éxito en tal tarea. Aprendamos bien ambas.

La OTAN es un instrumento fundamental para el éxito de esta misión, y puesto que ya no existe enemigo del este, resulta obvia la necesidad de proceder a su urgente transformación para hacer frente, a las nuevas amenazas a la libertad que todavía persisten. En muchos ámbitos la eficacia de esta cooperación solo puede lograr un éxito pleno si se realiza a 20, incorporando a Rusia en pie de igualdad junto con el resto de los aliados. Tenemos ante nosotros una oportunidad de enorme transcendencia que debemos saber aprovechar.

Que nuestro enemigo común parezca mas débil no debe llevarnos a creer que podemos relajar nuestro esfuerzo. Como vimos el 11 de septiembre, muy pocos medios pueden causar mucho daño si se carece de principios eticos la carencia de dichos principios es, precisamente, uno de los rasgos distintivos del terrorismo.

Si la triste experiencia de los Balcanes nos advierte del peligro que aun se encierra en los nacionalismos excluyentes, los ataques terroristas de Nueva York nos recuerdan que no podemos esperar sentados a ser agredidos, sino que debemos estar preparados para actuar alía donde sea precise para prevenir el daño y disuadir al enemigo potencial.

Emprendamos conjuntamente una revisión de nuestras evaluaciones de amenaza, que tan radicalmente se han visto transformadas. La seguridad ante los riesgos y amenazas de estos principios del siglo XXI solo pueden construirse sobre unas bases compartidas., Si no otorgamos una prioridad fundamental a luchar contra estos riesgos y buscamos la manera de actuar coordinadamente para prevenir su concreción, estaremos faltando a nuestra responsabilidad como gobernantes.

Este Consejo OTAN-Rusia nos abre una oportunidad única en la consecución de este objetivo.