En la Revista de la OTAN investigamos sobre cada tema antes de tratarlo. Y esta ha sido, sin la menor duda, la investigación más deprimente de todas las que he realizado hasta ahora.
¿Por qué? Porque cuanto más se examina la suerte de la mujer en el mundo, más se aprecia lo mucho que queda por hacer.
En la Revista de la OTAN investigamos sobre cada tema antes de tratarlo. Y esta ha sido, sin la menor duda, la investigación más deprimente de todas las que he realizado hasta ahora.
¿Por qué? Porque cuanto más se examina la suerte de la mujer en el mundo, más se aprecia lo mucho que queda por hacer. Desde nuestra comodidad occidental nos gusta pensar que se han logrado grandes avances para incorporar a la mujer a todos los grandes campos, pero olvidamos tres hechos esenciales.
El primero es que somos relativamente nuevos en esto. En un reducto de tranquilidad y bienestar como Suiza, por ejemplo, las mujeres no obtuvieron un completo derecho al voto federal hasta 1971.
El segundo es que los avances conseguidos en las sociedades desarrolladas afectan a bastantes menos mujeres que la opresión que muchas otras siguen sufriendo en el resto del mundo.
Y el tercer (y quizás más importante) punto es que un conflicto no es lo mismo que una guerra. Las mujeres sufren en los conflictos, sean o no guerras. Una de las respuestas más reveladoras en esta edición fue la de una entrevistada que me preguntó: “¿Qué entiende usted por paz?” Su argumento era que millones de mujeres sufren la violencia de género en países que en teoría están en paz.
Es cierto que la guerra puede hacer que se dispare el número de abusos, pero a menudo éstos estaban ya presentes antes. Y enfrentarse a ellos a todos los niveles es una de las grandes motivaciones para mucha gente que trabaja en esto.
¿Sería exacto calificarlo de una tarea todavía en curso? Pero, parafraseando a mi entrevistada: ¿qué entendemos por tarea en curso?
Paul King